Conforme avanza enero, será importante vigilar si el aumento pronunciado de casos de la variante ómicron va seguido de un descenso rápido, como se vio en Sudáfrica. Esto haría que la ola de ómicron fuera intensa, pero de corta duración. Sin embargo, no está garantizado que haya un descenso rápido. Sudáfrica tiene una población más joven en comparación con la de Estados Unidos, y es más probable que los jóvenes tengan infecciones leves y no detectadas. Además, Sudáfrica se encuentra en verano, lo que es menos favorable para la transmisión del virus.
The Coronavirus Pandemic: Key Things to Know
Será fundamental observar otros países, como el Reino Unido, cuya demografía es más parecida a la de Estados Unidos y también está en invierno. Si el Reino Unido también experimenta un descenso rápido de casos, tal vez sea un buen augurio para Estados Unidos.
Las repercusiones de la ola de ómicron en las hospitalizaciones y muertes en este país son aún menos claras. Aunque la variante ómicron está causando un número récord de infecciones, se espera que las vacunas, las dosis de refuerzo y las infecciones previas por otras variantes sigan protegiendo a la mayoría de las personas de los peores efectos del virus. La evidencia preliminar apoya esta conclusión. No obstante, esta variante podría afectar mucho nuestra vida cotidiana de otras formas: si los docentes dan positivo y las escuelas pasan a clases a distancia; si los vuelos, el metro y los autobuses se interrumpen por falta de trabajadores, o si las cirugías electivas se posponen por falta de personal.
¿Qué ocurrirá después de enero? Todavía no conocemos el destino final del SARS-CoV-2 y todas sus variantes. La carga futura de la COVID-19 dependerá en gran medida de si siguen surgiendo variantes altamente transmisibles capaces de eludir la inmunidad preexistente, como la ómicron.
Si surgen nuevas variantes aproximadamente dos veces al año, por ejemplo, entonces habría que esperar que haya varios brotes cada año, incluso en verano. Si estas variantes surgen con menos frecuencia, entonces los brotes podrían producirse cada año o incluso con menos frecuencia. La gravedad de estos brotes dependerá de las características de esas nuevas variantes y de si las infecciones previas, la vacunación y los nuevos medicamentos pueden mantener a las personas con un menor riesgo de enfermedad grave.
Las secuelas a largo plazo de la variante ómicron siguen siendo desconocidas, pero a corto plazo, todo el mundo debería esperar un mes intenso de trastornos. Aun así, el consejo que ya todos conocemos sigue siendo el mejor: vacunarse, ponerse las dosis de refuerzo y prepararse para un enero complicado.
Jeffrey Shaman (@ShamanJeffrey) es modelador de enfermedades infecciosas y epidemiólogo del Departamento de Ciencias de la Salud Ambiental en la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad Columbia. Su equipo construyó uno de los primeros modelos de COVID-19. También es director del Programa de Clima y Salud, decano asociado de la Facultad del Clima y presidente de la facultad del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia.
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